¿Es Necesario Terminar Cada Entrenamiento Exhausto para Mejorar?
Esto es una pregunta que mucha gente me suele hacer a lo largo de tiempo o me piden que los entrenamientos sean de “x” manera.
– Migue, es que si no salgo de cada entrenamiento arrastrándome no mejoro ¿a que no?
Claramente esto no es así. Lo primero que tenemos que tener claro es que no tenemos por qué terminar cada uno de nuestros entrenamiento muriéndonos. Hay una cosa que se llama MVO (mínimo volumen óptimo) o MVA (mínimo volumen de adaptación), es decir, el mínimo volumen de entrenamiento que nuestro cuerpo necesita para generar cambios (mejoras en este caso) que es el que tenemos que intentar perseguir siempre en nuestros entrenamientos. ¿por qué? bueno, esto lo que nos permite es entrenar muchos más días de la semana en mejores condiciones, recuperarnos mejor entre sesiones, minimizar el peligro a las lesiones, tener mucho margen de mejora en los entrenamientos…
– pero entonces, ¿no hay que entrenar a tope ningún día?
Por supuesto que no, tenemos que dividir la semana de entrenamientos en días DIFÍCILES-MEDIOS-FÁCILES. Esto va a venir dado por el volumen de entrenamiento de cada día (cantidad de series y repeticiones) y la intensidad (peso que cojamos). De esta manera tenemos que coger ese MVO y dividirlo de esta manera a lo largo de la semana generando días difíciles (donde si que quieres morirte al terminar de entrenar) Medios (donde bueno, acabas medio que) y fáciles (aquellos que sientes que has entrenado pero que podrías haber hecho mucho más).
Como siempre en este mundo todo depende, también podemos hacer diferentes estrategias de entrenamiento donde podemos someter al cuerpo a un estrés mucho más grande de ese MVO para genera cambios mucho más rápidos (esas semanas donde todos o casi todos los días son matadores), pero estas estrategias solo las aconsejo en personas con experiencia y que se conozcan mucho en el entrenamiento, y por supuesto siempre llevadas de la mano de un entrenador.
Bueno, una proporción general puede ser: 50% de tus días de entrenamiento fáciles, 20% medios, y 30% difíciles. Esto, por supuesto, varía dependiendo de la experiencia, los objetivos personales, y la frecuencia de entrenamiento, pero es un buen punto de partida para equilibrar la carga de trabajo.
Este enfoque no solo optimiza el rendimiento, sino que también ayuda a mantener la motivación y prevenir el desgaste físico y mental a largo plazo.